Uruguay, Brasil y Argentina poseen en su conjunto una población de aproximadamente 225.000.000 de habitantes.
Se estima que el 5% de toda esta gente padece diabetes, o sea unas 11.250.000 personas; y según estimaciones profesionales que indican que de seguir la tendencia mundial en los próximos 15 años esta cifra se duplicaría y que en la mitad de tiempo siguiente o sea 7 a 8 años volvería a duplicarse; indicaría que para el año 2030 el porcentaje de personas que padecerían diabetes sería del 15%. Lo que nos puede estar indicando que en la región habría una población similar a la actual de Argentina con diabetes.
La Diabetes es una patología crónica producida por la insuficiencia del páncreas de segregar insulina.
La enfermedad dulce como la llaman, ningún término tan bien aplicado como éste, ya que sus características son de hecho bastantes sintomáticas, sólo se manifiestan netamente en el colapso (coma diabético) o en la disfunciones que provocan su mal control en el mediano y largo plazo, como son la ceguera, nefritis o pérdida de la función renal, amputaciones, gangrenas y obviamente la muerte debido a la disfunción del organismo.
¿Cuál es el cambio? La educación, la comunicación y el acercamiento a buenos y mejores hábitos. Hay condicionantes hereditarios pero fundamentalmente de hábitos, que predisponen al organismo a padecer diabetes.
Dentro de la patología diabética, existen dos grupos bien definidos: diabetes tipo I y II.
Diabetes tipo I, insulino dependientes.
Afecta al 15% de todos los diabéticos. Se presenta en edades más tempranas, por eso llamada juvenil.
Si bien no están correctamente determinadas las causas que la provocan, es la más difícil de tratar, ya que implica una alta necesidad de controles sanguíneos (4 a 6 por día) más la aplicación de insulina entre 3 y 6 veces diariamente.
Diabetes tipo II, grupo mayoritario.
Está signado por antecedentes que la predisponen y potenciados por sedentarismo, obesidad y estrés.
Si bien los productos médicos avanzaron notablemente durante los últimos años, todavía es muy lenta la comunicación y procedimientos para su tratamiento, por lo que los pacientes carecen muchas veces de la información o medios que le indiquen e incentiven a organizar su vida "normal", más allá de la patología presente.
Abayubá Rodríguez